Justo antes de abrir esto para comenzar a escribir, pensé en el momento tan bonito que hemos llegado, como humanos. No sé, siento que puedo ver como todo lo bueno que ha sucedido en la vida como para que yo pueda estar aquí, sentado frente a una computadora escribiendo esto.
Y al final es como conectar con ese universo, ese con el que se conecta nuestro cerebro, justo el hemisferio del lado derecho. Y para no ser materia universal pura, el hemisferio izquierdo me da la balanza, me da la identidad, me da mi ser. Me da eso que identifico como un yo en el espejo. Y ese hemisferio que ayuda a separarme del universo, que me ayuda a diferenciarme de todo objeto y ser vivo, ese quien dice ser que quien soy. Tiene una función muy importante, muy noble. Mantener esa separación, esa individualidad. Mantenerme vivo.
Si vemos la vida y la muerte como energía y la definimos así, en realidad no hay un inicio ni un fin. Es decir, que en realidad nunca morimos, en el concepto que tenemos de la muerte, o de la vida. Y al caso tampoco hay vida.
Y creo que aquí se entreteje algo interesante. En esa idea tan romántica que tengo de lo permanente, del para siempre. Quizá implantada por la realidad que me ha rodeado. En la que he crecido. Quizá por deseo.
Quizá es ese deseo de permanecer vivo. Tener la tendencia de concebir lo vital como eterno.
Si concibo lo vital como energía, pienso diferente esa idea que tengo sobre la vida.
Que las cosas fluyen, en la verdadera eternidad (romanticamente hablando claro) como exactamente concebimos al universo. Infinito.
Al final creo que ahí es a donde vamos, a donde pertenecemos y que lo maravilloso y agradecido estoy de poder tener la oportunidad de observar al universo desde un YO que se da cuenta que que nos pertenecemos sin pertenencias. Es decir, que todos somos parte de todos y de todo. Pero ser de estar hecho de.
Aquí es cuando el miedo a la muerte se diluye porque al final hay aceptación de lo inevitable. Y la concepción que tengo de lo inevitable, generalmente la tengo como algo que se acaba. Que tiene fin. Que muere.
Pero haciendo la reflexión. En el otro extremo de la idea romántica de lo permanente, del para-siempre. Encuentro el final de las cosas, la muerte.
Entonces si asocio lo inevitable al cambio, entonces es simplemente que todo cambia. No que se termina o que se acaba. Que todo se modifica, que en realidad no hay vida porque nunca morimos. Y que nunca morimos como la idea que tenemos asociada al fin. Sino que cambiamos, y cambiamos y volvemos a cambiar.
Podré pasar miles de años tratando de entender la energía del cambio pero como siempre habrá un cambio, esa vida que tenga analizando, encontrará siempre cosas diferentes. Y que bonito es vivir en este tiempo donde podemos vivir en el tiempo que nos ha tocado vivir.
Entiendo a los que dicen que este es el mejor momento en el que se ha vivido en la historia de la humanidad. Y eso cada generación lo ha venido diciendo desde hace décadas. Y con tanto cambio, el poder llegar a decir eso, pues creo que es simplemente ser agradecido con la oportunidad de poder percibir al universo desde un hemisferio izquierdo que me separa de él mismo para darme el sentido del yo.
Es como pensarme diferente, que yo no soy parte del universo. Sino que el universo es parte de mi. Y en realidad, que el universo soy yo también. Y tu también. Los animales y las plantas, como todos los objetos que nos rodean.
El cambio.
- ¿Y el tiempo?
- No lo sé. Quizá seamos solo tiempo.
- ¿Será que el tiempo es propio del ego?
- Sería como una dimensión a la que no tenemos la capacidad de acceder, porque tendríamos que dejar de ser como lo concebimos.
- ¿O sea morir, en el sentido que tenemos de la muerte?
- Quizá. Alguien me dijo que la rana ve lo que tiene capacidad de ver. Pues somos seres que transitamos en este espacio. Transitar. ¿Suena a cambio verdad?
- Negarse al cambio sería como auto negarse.
- Pues si somos universo entonces también somos cambio. Somos muerte y somos vida.
- Yo creo que aquí ya entra algo bonito. Que eres libre de elegir el sabor de tu bebida. Puedes elegir ver la muerte o ver la vida. Como en un círculo, comenzar desde cualquier lado será lo mismo porque no tiene un inicio o un final. Cambiando.
Hasta eso, el fin y el inicio lo elijes tu. Tu elijes el inicio de la historia que vas a contar. Tu eliges la respuesta que vas a dar a los eventos de tu vida. De tu tiempo en esta tierra.
Soy solo fragmentos de tiempo y de cambio.
Qué bonito, poder llegar a un momento de poder comunicarnos así.
Gracias por dejar que esos fragmentos que somos de tiempo y espacio se entrelacen aquí entre nosotros. Entre tus ojos y estas letras.
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