Y es verdad. He perdido tantas cosas que no quiero perderlas de nuevo.
Desde lo material hasta lo intocable. Desde el amor hasta la soledad, nunca el odio. He tenido tanto miedo de perder lo que más quiero que en cuanto sé que puede pasar algo se me quiebran las pierdas y el pecho empieza a sonar más alto y más duro. Me comienza el sudor en las manos y me siento como si me hubiera metido unas dos o tres grapas. Ansiedad pura. Pura ansiedad que se mueve como un perro bajo las cobijas de tu cama, en el pecho, dentro del corazón que siente un apretón amargo.
Y me doy cuenta que no hay nadie solo yo. Yo y mi imaginación. Yo y mi cuerpo jugándome tretas para caer a lo absurdo. A comenzar un juego que se lleva perfecto con la insolencia y con la incongruencia de una charla normal. Todo el ambiente contaminado hasta la madre se vuelve una cámara mortal de pensamientos que no existen, pero que si generan sentimientos generados a partir de la imaginación.
Miedo
Soledad
Tristeza
Desesperación
Ansiedad
Abandono
Más soledad y
Más ansiedad.
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