Veo desde mi asiento tu reflejo que refleja la tristeza de tu día. Tus ojos se pierden con el movimiento de las luces en el túnel del metro. Me recuerdas a alguien que dejé de ver hace mucho. Tu atuendo acentúa la persona en mi memoria. Ahora otra que ya no es la misma. Una de la que ya no puedo saber cómo es la mirada. Tiempo y distancias juntos.
Pero a pesar de la temporalidad de nuestro tiempo y distancia, sé que nos influenciamos el uno al otro. En nuestro tiempo, y ahora en nuestra distancia, nos mantenemos en un lugar que nos define y que nos permite influenciar a otros. De cierta manera te has vuelto expansiva, y yo me he vuelto un medio para expresar lo que fuiste.
Pero sólo eso, porque ya ni recuerdo tu nombre y te he inventado uno para este post. Uno que se quedará aquí, como el recuerdo que tengo de ti, para que si algún día lo vuelva a ver, aparecerá como ella que parecía a ti, entre una multitud de personas de metro, viajando, pasando, como el tiempo. Sin volver.
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